martes, 8 de noviembre de 2011

LA ALEGRÍA DE LO INESPERADO. Arquitectura. Madrid.




 “Sois la alegría, es la alegría de lo inesperado, de lo no previsto, ni por parte de las autoridades y gobiernos, ni por parte de los partidos de cualquier color, verdaderamente imprevisto..................................................................”(1)
                                                                       
LA ALEGRIA DE LO INESPERADO

1.
Seguramente, al contemplar esta imagen de  la artista egipcia Mona Hatoum y después de cierta sorpresa por su contenido,  sabemos que estamos ante uno de los rostros de lo inesperado: andar descalzo arrastrando los propios zapatos no parece una situación razonable ni ventajosa a no ser que se quiera trascender su significado literal para abrir la puerta  a otros significados que, abandonando la descripción conocida del mundo, se deslizan metafóricamente por el imaginario en busca de otros maneras de pensarlo y de describirlo.
Esa es, exactamente, la sugerencia que propongo: abandonar la construcción y la descripción conocida de un mundo que presenta  signos evidentes de derrumbe y agotamiento  para promover otras maneras de pensarlo, representarlo y construirlo.
Otras maneras que, al desvelar el rostro de lo desconocido como culminación de un deseo de conocimiento, generan la alegria de lo inesperado frente a la tristeza de una práctica abandonada a la misma deriva catastrófica del mundo que pretende construir.

2.
Gilles Deleuze, en su abecedario, describe la alegria (2) como la realización de una competencia personal que  se ejerce libremente contra toda restricción impuesta por la tristeza del poder; pero, la alegria de lo inesperado sólo se produce como resultado de la intensificación subjetiva generada por el deseo de un mundo y movida, a su vez, por la promesa de su actualización a través de un proceso creativo abierto e incierto que, al ejercerse a partir de  las propias incertidumbres y lejos de las pautas conocidas de un método infalible y universal, produce resultados imprevisibles  que, aunque fragmentarios, permiten  reconstruir  otras promesas habitables.
Efectivamente, tal como Deleuze afirma, en el mismo abecedario, el deseo (3) implica la construcción de un conjunto agregado, ya que nunca se desea algo o a alguien en concreto, sino que el deseo siempre se orienta a   un todo, a un paisaje, a un mundo. Deleuze pone por ejemplo a Proust cuando al referirse al deseo por una mujer dice que no es tanto el deseo por ella en sí misma, como por el mundo asociado que la arropa y la envuelve.
En definitiva y al amparo de estas consideraciones, me atrevo a proclamar en voz alta que en lo más profundo del deseo fundacional del ejercicio de la arquitectura y, más allá de cualquier otro tipo de competencia técnica o habilidad proyectual,  reside  su competencia para iluminar, transferir y construir un mundo. Una competencia que, al erigirse en el núcleo generador de sentido,  soporta el peso del proceso proyectual, le da aliento profético y lo orienta, poéticamente, hacia la alegria de lo inesperado.
Sin esta promesa de mundo asociada, la propuesta proyectual, al renunciar a la regeneración creativa de las  permanentes y desconocidas mutaciones de la realidad, se desvanece en la tristeza anómica de la pura gestión profesional de lo establecido.

3.
Para comprender el alcance y la raiz de esta afirmación, basta  atender a  las sugerentes palabras de Françoise Choay que “ha formulado por primera vez, la hipótesis de una competencia de edificar: una competencia inscrita en nuestro patrimonio genético de igual manera que esta otra competencia propia del ser humano, la competencia de lenguaje; una competencia que, tanto en un caso como en el otro, es un poder virtual, genérico, idéntico en todos los humanos, pero una competencia que sólo se puede actualizar performativamente a través de las particularidades y las diferencias que han, poco a poco, enriquecido el proceso de antropización al multiplicar la diversidad de las culturas humanas”. (4)
Dos competencias humanas bàsicas: lenguaje y construccion, relato y ciudad, que dotan a nuestra especie, y por extensión a la Arquitectura, de la doble e indisociable capacidad de imaginar y fabular  un mundo a través del  lenguaje y, a su vez, de  construirlo en la ciudad, ya que, efectivamente, habitamos en el lenguaje y en la ciudad, sabiendo que las ciudades sin palabras serian inhabitables y las palabras sin ciudades sólo serian un amargo lamento por su pérdida.
Consiguientemente, frente a este doble aspecto de la habitabilidad y frente a la evidencia de que “la ciudad, al olvidar su expresión más genuina que consiste en la creación permanente de relato diferencial y a pesar de la ganancia en códigos de circulación y de información, perdió la más humana de las capacidades que  es la de “pensar en términos de historias”(5), parece adecuado concluir que, por muy sugerentes  que sean todo tipo de atletismos tecnológicos y energéticos  entre otros muchos empeños constructivos que ocupan el centro de nuestra práctica, todos ellos seran inútiles sino estan acompañados de la regeneración atenta y constante   de la sostenibilidad poética y de la intensidad profética de los relatos que los alientan y orientan. Sin este aliento poético, individual y colectivo, nacido del deseo constructivo de un tipo de mundo asociado a nuestra práctica, estamos abocados, hoy más que nunca, a proyectar y a construir las ruinas inminentes de una civilización de la que  el ángel  de la historia, vuelto hacia atrás, mira, mientras se aleja, con desesperación y horror.
Porque, huérfanos del tiempo, estamos inmersos en un proceso de cambio, progresivamente acelerado e irreversible, del mundo conocido,   donde el pasado sólo se percibe como pérdida y el futuro como amenaza y donde se observa, dolorosamente, como la creciente inadecuación de sus viejos relatos fundacionales  difumina cualquier promesa de supervivencia creíble.
Ahora que ya sabíamos todas las respuestas, las preguntas han cambiado, por lo que, si responder es un acto de adaptación, y preguntar, un acto de rebeldía y de invención, nada parece más urgente que una práctica desesperada de permanente interrogación que, asociada al ejercicio proyectual, debe instituirse como la específica manera que tiene la Arquitectura de producir conocimiento sobre la naturaleza del propio mundo que colabora a iluminar y a construir, evitando la tentación improductiva, aunque muy rentable para el negocio y el espectáculo de la mansedumbre nostálgica, de acogerse a  respuestas derivadas de falsos paraisos asociados a algún mundo pretérito.

4
Porque, por muy bellas y confortables que sean las incursiones neolíticas, ni la sombra ni la genealogia del árbol nos ofrecen el suficiente estímulo para cobijar e incubar las semillas del futuro.
Porque, por muy maravillosos que sean los logros de la máquina y de la fábrica, los niños de ahora ya casi no juegan con sus artefactos para imaginar un futuro.
Porque, por magníficas y sólidas que sean las fábulas y los espectáculos ofrecidos a la imaginación debidos al acuerdo milenario entre Platón y Kant, según el cual, el mundo hay que verlo como un todo y desde un único punto de vista, sus historias ya casi no forman la letra de ninguna canción de cuna que mitigue el llanto y ayude a crecer.
Porque, por bellos y estimulantes que sean los objetos y los relatos de la modernidad gloriosa y reciente, no dejan de ser las mejores experiencias del mundo de nuestros padres que, aunque reconocibles, no han perdido su validez, pero sí su nitidez.
Porque, los cascotes de aquella solidez histórica que empezó a resquebrajarse hace cincuenta años, hoy pavimentan caminos intransitables y aunque  la solidaria ternura de las ruinas nos permite sobrevivir, temporalmente, sabemos que no alcanzará para  frenar el deterioro de nuestra casa común, la ciudad planetaria.
Porque, aunque avanzamos a tientas y bajo el único amparo de una gran claridad de confusión no ignoramos  que a grandes intervalos en la historia se transforma, al mismo tiempo que el modo de existencia, el modo de percepción de las sociedades humanas y que es, entonces, cuando la alegria de lo inesperado,  como expresión de una creativa inquietud subjetiva, aparece como motor de cambio para repensar el mundo de otra manera. Es decir, ahora.

5
Ahora, y bajo el impulso de esta prospectiva melancolía que se extiende por doquier mediante una experiencia proliferante y colaborativa de deseos, sugiero trasladar esta intensidad subjetiva y prospectiva al propio mundo disciplinar para, individual y colectivamente,  anticipar algunas fragmentarias respuestas a la pregunta que tan intensamente formula Toyo Ito: “¿Puedo yo, como arquitecto, dar una imagen visible a esta otra ciudad invisible?” (6)
Porque este es el verdadero nudo gordiano del problema: si aceptamos que la representación (necesariamente finita) de una complejidad (presumiblemente infinita) es uno de los frutos fundamentales del conocimiento, comprenderemos, fácilmente, que nuestra tarea consiste en la representación (necesariamente finita) de otra ciudad y de otro mundo  (presumiblemente infinitos).
Se trata, pues, de reorientar significativamente nuestra complejidad disciplinar hacia aquellos aspectos más decisivos a la hora de ejercer crítica y utopía y que, por lo tanto, son más propensos a la creación de sentido que de músculo, de manera que, sin dejar de sentir el orgullo de ser albañil, sugiero, junto con Adolf Loos, mejorar urgentemente nuestro latín para conjugar  adecuadamente los tiempos  de la Ciudad-Babel contemporánea, en el convencimiento de que  desde la Arquitectura,  “una de las últimas actividades que derivan del pensamiento general”, (7) aún se puede disfrutar del privilegio de ejercer, creativamente, desde la doble habitabilidad del mundo: la del lenguaje y la de la ciudad; la del relato y la del proyecto.

5.
Para ello,  dos son los campos prioritarios de exploración: uno, el del deseo, directamente ligado a la subjetividad del conocimiento estético y que enseña a pensar poéticamente; otro, el de la naturaleza del cambio, ligado a las condiciones objetivas de transformación de nuestro tiempo y que enseña a pensar históricamente. Del cruce de ambos puede surgir la fertilidad creativa que produce la alegria de lo inesperado.
Para la exploración del deseo subjetivo que alienta un mundo propio sugiero ir más allá del uso meramente descriptivo del lenguaje e investigar en  una doble dirección: la primera, individual y pre-linguística,  acústica y gestual,  y ejercida, introspectivamente, desde los tatuajes pre-linguísticos que albergan la más profunda verdad del lenguaje; allí, donde lo individual al convivir con lo impersonal cobija el germen de la vida poética y de la específica genialidad de cada cual;  la segunda, colectiva y post-linguística, ejercida, desde la nueva realidad emergente de la información a través de la retroalimentación derivada de la infinitud potencial de  enlaces   a nuestro alcance que, en una especie de ritual de autopoiesis comunicativa,  provoca la formación de un lenguaje colectivo, no tradicional, mestizo y mutante.
Para la exploración de la naturaleza del cambio hay que centrarse en ver cómo se producen las diversas prácticas de intercambio y, a su vez, en cuáles son las promesas  que los orientan.
Si fácil es entender la relevancia de los intercambios, un ejemplo puede servir para disipar cualquier duda sobre la importancia de las promesas: especialmente, si se consideran las que han sustentado los criterios de valor de la reciente modernidad y que se fundan, a mi juicio, en tres grandes relatos: la amnesia, como ruptura con el pasado y punto cero de la historia; la autonomía, como aislamiento del entorno y como afirmación de la ensimismada legalidad de la obra; la abstracción, como lenguaje específico de la ciudad industrial.
Todos ellos se legitimaron como reacción frente a un estado histórico anterior y nacieron como nuevas preguntas frente a respuestas obsoletas. Hoy, estos paradigmas ya no operan con la misma fuerza. La amnesia empieza a ser compensada por relatos  y prácticas más cercanos a la memoria y a la continuidad con el pasado; la autonomía, por relatos y prácticas que reivindican la empatía contextual como fuente de sentido y de valor; y la abstracción heredada se ve enriquecida por nuevos perceptos derivados de otras narrativas que ofrecen mejores instrucciones de uso para habitar el cambio de nuestro mundo.
Un mundo que, quizás, aún nos necesita, pero...¿de qué mundo hablamos?.

NOTAS
(1) Agustín García Calvo.  Al movimiento del 15-M. 01/06/2011. Plaza del Sol. Madrid
(2) Gilles Deleuze. Abecedario. Letra “J”
(3) Gilles Deleuze. Abecedario. Letra “D”
(4) Françoise Choay.  Espacements. L’évolution de l’espace urbain en France. Pags. 10-11. 2003. Skyra editore. Milano
(5) Gregory Bateson. Espíritu y naturaleza. pag. 24. 2002. Amorrortu editores.
(6) Toyo Ito. Arquitectura de límites difusos. pags. 20-21. GGminima. Barcelona. 2006.
(7) José Luis Mateo. BIARCH Journal. #2. Fall 2011



PERE RIERA
Dr. Arquitecto
RGA ARQUITECTES.






miércoles, 26 de octubre de 2011

THE JOY OF THE UNEXPECTED



THE JOY OF THE UNEXPECTED

1.
Surely, after contemplating this image by the Egyptian artist Mona Hatoum and after a certain degree of surprise due to its content, we all know we are looking at one of the faces of the unforeseeable. Walking barefoot while dragging one’s own shoes does not seem to be  a reasonable or advantageous situation, unless the aim is to transcend its literal meaning in order to open the door to other meanings which, having abandoned the known description of the world, metaphorically slip through our imaginary in search of other ways of thinking and describing it. Of other worlds which are also within this one as, inevitably, the centre of the world is where it is thought to be. That is, now.

Consequently, I invite you to make yourself comfortable, remove your shoes, and prepare to celebrate  the joy of the unexpected to introduce us to the joyful territory of the creative processes.

However, I don’t aim to explore this territory from the point of view of its objective conditions of production but, amidst the scope of aesthetic knowledge, my interest leans more towards the subjective side which propel  it and, especially, focusing on  Architecture.

We all know that nowadays, it isn’t hard to appreciate the generation of disciplinary value from several approximations to the processes of design, but  in each and every one of these,  the intensity and quality of subjective and creative desires, are always latent and feed them, even though they, usually, represent the hidden part of the iceberg when the aim is to understand the nature of the processes of knowledge.

For obvious reasons of time, I’ll be more illustrative than explanatory and more suggestive than convincing while presenting my explanation.

2.
Gilles Deleuze says in his Alphabet that joy is everything that consists in fulfilling a force, in realizing a force of which I believed myself to be capable.  Deleuze describes, thus, the joy produced by the free exercise of a personal capacity versus any restriction imposed by the sadness of power.

However, this personal capacity is not enough to produce by itself the specific joy of the unexpected. For this, it is necessary and essential, firstly, to  inscribe it in the flow of an intense desire that coming from the core of our own existence. A desire generated by the illusion of a world and moved by the promise of its update within an open process that, due  to uncertainty of life and far from an infallible and universal method, produces unexpected results.

But, as Deleuze says, in the same Alphabet, desire has always been a construction of an aggregate and  one never desires something or someone, but rather always desires an aggregate. As an example, Deleuze refers to Proust when he says that desire for a woman is not so much desire for the woman as for a paysage, a landscape, an entire  world that is enveloped in and associated to this woman.

Definitly, I’m convinced that at the innermost depths of our practice’s foundational desire as architects not only houses technical or projectual solvency, but, mainly, the capacity to illuminate, transfer and build a world as our most important  commitment. Without this associated capacity, our practice vanishes in the mere professional management of what we already know renouncing, thus, to the creative regeneration of the permanent and unknown mutations of the reality.

3.
But, if we want to understand more about  this human desiring competence, we only have to be attentive to Françoise Choay’s suggestive words as she has formulated, for the first time, the hypothesis of one competence to build: a competence which is engraved in our genetic heritage in the same way as another competence which is characteristic to human beings, which is the competence of language. In both cases, this competence is a virtual and generic power, identical in all humans, but that can only be updated performatively via the peculiarities and differences due to the diversity of human cultures.



Two basic competencies, language and construction; letters and artefacts; stories and buildings; words and cities, that endow our cultural specificity with the double capacity to imagine and fable a world through the language and, at the same time, to build it in the city. Definitely, we live and inhabit  the language and  the city being aware   that cities   without  words   wouldn’t  be habitable and words   without   cities   would   only   be a bitter  mourning for their loss.

So, as telling stories is our predominant and ideological way to convey information and transfer experiences, any constructive effort as well all kind of technological athletics and sustainability policies, will be in vain and rendered useless if it is not accompanied, as well, by a poetic  regeneration   of the language and   a prophetic intensity of our narratives.

Without this poetic and prophetic endeavour, we are doomed to build the imminent ruins of a civilization of which the angel of history, turning back while leaving, looks on, with despair and horror, because we are immersed in a gradually accelerated and irreversible process of change of our world, observing, painfully, how the increasing inadequacy of its old foundational narratives erases any credible promises of survival.

Orphans of the time we are living in  a  blurred and evaporated present where the past is only perceived as a loss and the future as a threat, and where now, that we know all the answers, the questions have changed. Therefore, if answering is an act of adaptation and asking is an act of rebellion and invention we are, now, in a desperate need of interrogation of the unknown: Where do we go next? Where do I want to go? Where do we want to go?

Because the answears, despite how beautiful and comfortable the Neolithic incursions may be, neither the  shade nor the  genealogy from the tree provide us with sufficient stimulus to shelter and incubate the seeds of the future.

Because, despite how marvellous the achievements of the industrial machine have been, today’s children no longer play with their artefacts to imagine a future.

Because, despite how magnificent  the fables and tales provided to the imagination have been, thanks to a more than two thousand-years-old agreement between Plato and Kant, their stories are no longer a part of  any lullaby to mitigate our lament and to help us to grow up.

Because, despite how beautiful and stimulating the objects and stories of the glorious and recent modern era are, they are no more than the best experiences of our parents’ world. And, despite still being recognisable, they have lost their clarity, although not their entire validity.

Because, despite the ruins of that historic soundness, which started to crack fifty years ago, in the past sixties, now paves impassable roads and despite the compassionate tenderness  that allow us to survive for the time being, we know that it wont be enough to slow down the deterioration of our common house: the global home.

Because, despite  moving forward tentatively amidst a clear confusion we must, urgently, start a process of multiple conversations to rethink our world accepting that, at large intervals in  history, the mode of existence changes at the same time as the mode of perception of human societies and it is then when the joy of the unexpected as a subjective and creative concern becomes a promoter of change.

4.
So what? More than ever before, now, we should focus the best of our practice on studying and exploring this  intense and emerging subjective concern, individually as well as collectively, which provides visible life and strength to the new concepts and percepts which accompany the current process of change.

Consequently, I firmly propose to provide academic shelter and research protection to this prospective melancholy which has spread everywhere in order to promote  laboratories where by means of all kind of experiences and simulations driven by a collaborative desire of knowledge, we could find some fragmentary answers to the question that Toyo Ito so intensely asked himself: “Can I, as an architect, provide this invisible other city with a visible image?”.

This is the  real tipping point we should be looking for, because if we accept that the representation (necessarily finite) of a complexity (presumably infinite) is one of the fundamental fruits of knowledge, we will understand, easily, what our main task may be: the representation (necessarily finite) of another city and another world (presumably infinite).

A task which, for us architects, does not represent any mutilation of our own disciplinary corpus. Architecture is based on the complex elaboration of concepts, percepts and precepts, or if you want, conceptions, perceptions and prescriptions, using in each case the corresponding system of knowledge: philosophical, aesthetic and scientific, according to legibility, visibility or livability considered for its product.

My first teaching experiences, now more than thirty years ago, were focused on exploring the preceptive certainties derived from the application of scientific knowledge to the matter’s behaviour. It proved to be a good way of generating useful criteria in order to tackle the intractable complexity of architecture, especially in the first academic year. But, now in a post-degree situation, I believe it is an ideal time for all of us, beyond any known scientific objectivities of our practice, to start exploring the subjective uncertainties of creative desires.

This is only about re-orientating our disciplinary complexity towards those aspects which, being more decisive to produce thinking, criticism and utopia,  are more prone to the creation of sense rather than muscle. 
But, in doing so, it is not just about attending to the announcement of  the virus of poetic language, but to receive it, celebrate its arrival and bring it to life. That is, makes it legible and visible, accepting that we also learn and produce in the laboratory of language,  knowing that language, this visible emergence of thinking, is the reality in itself, as well.

Along with Juhani Pallaasma, we believe that architecture relates, mediates and projects meanings and along with Adolf Loos, we enjoy being builders a lot, but there is a urgent need for improving our Latin language in order to provide  an outlet for the contemporary City of Babel.

It is precisely from Architecture where it is easier to carry out this dual action, because our practice, as stated by José Luis Mateo in the BIArch Journal, is probably one of the last activities that derive from general thought, enjoying the privilege of exercising both competencies: that of the language and that of the city; from the power of desire itself and through the attentive observation of historic change. Narratives and cities; desires and changes.

5.
Let me, finally, some remarks about how to explore subjective desires and city’s changes.
In this way, the exploration of the nature of desire  should be carried out, primarily, on two specific linguistic states which go beyond the mere descriptive use of language.
The first one is individual and pre-linguistic, acoustic and gestural, and houses the pre-linguistic tattoos that hold the innermost truth of language. Human beings are not only individual conscience but, from birth to death, they also live with an impersonal and pre-individual element. Between both, it is housed the germ of the poetic, our specific genius and  the creative potential of our own look: that is, our own and unique world.
The second one is collective and post-linguistic. Its consideration is born from the emerging reality of the new information society: the feedback derived from the infinite potential of links within our reach produces a  ritual of communicative autopoiesis that bring about the creation of a non-traditional, mixed and mutant collective language.

To explore these linguistic areas, both ecstasy through an introspective intensity as a permanent unfolding of the reality through its superficial proliferation,  may propitiate  a  highly suggestive production.

Finally, to explore  the nature of change we should  focus, especially, on all  of processes of exchange that weave our coexistence and, at the same time and no less important, on the promises that move them.
But, if it is easy to understand the relevance of the processes of exchange it may be harder to understand what I call promises. Let me set an example to finish off this first part of this lecture: The promises (narratives) which have supported the value criteria of the 20th century’s modernity are based, I believe, on three narratives: amnesia, as a cut-off from the past and seeing our time as starting point of the history; autonomy, as  isolation from the environment and as affirmation of  the work’s own criteria (as shows the model of lonely cow-boy derived from hollywood) ; and abstraction as  industrial city’s specific language.

All of these were legitimized, more than one hundred years ago, as a reaction against a previous historic state and were born as new questions versus outdated answers. Today, these paradigms no longer operate with the same strength. Amnesia is starting to be mitigated with stories and practices which are closer to memory and continuity with the past;  autonomy is starting to be mitigated through stories and practices which vindicate empathy because we know that it is the relationship with the context that produces meaning and provides value; and  abstraction as an inherited modern language is being enriched  through other visible narratives which are capable of providing better user instructions to inhabit our changing world.
A world, however, that always  appears fragmentary, firstly,  because our  human competencies, remember, can only be updated via the individual peculiarities and differences due to the diversity of human cultures and, additionally, because although any work of art is an entire world in itself, only a fragmentary part of it becomes visible at each moment bringing about  ephemeral emergencies, underneath of which there is plenty of darkness that constitutes their historical reserves of meaning. In any case,  every emergence is, always, a great opportunity of knowledge and a signal that we should take advantage of it, because definitely, all depends on us.
Therefore, we must be attentive,  patient and cautious, because the joy of an unexpected world associated  to our practice is neither hidden within great gestures nor within bombastic declarations of love, but in small perceptions and in small changes, as, wisely, Leibnitz  wrote down,  three centuries ago: “these  small  perceptions are, thus, more  efficient in terms  of  their  outcomes than  one  might  think. They are the ones that make up those inclinations and those images of the quality of senses, which are clear as a whole, but confusing in parts; those   impressions  that the  surrounding  bodies print  on  us and  which hold  the infinite and link that everything has with the rest of the universe”.

miércoles, 1 de junio de 2011

Agustin Garcia Calvo en la Puerta del Sol

Sois la alegría, es la alegría de lo inesperado, de lo no previsto, ni por parte de las autoridades y gobiernos, ni por parte de los partidos de cualquier color, verdaderamente imprevisto: vosotros mismos o casi todos, hace unos pocos meses o semanas, tampoco lo preveíais que pudiera surgir. Aunque esto es así, la alegría es lo inesperado y no hay otra alegría, no hay futuro, como repetiré ahora, sin embargo voy a decir algo que parece contradictorio, que es que yo estaba esperando esto desde hace cuarenta y tantos años, cuarentayséis.

martes, 31 de mayo de 2011

Y.....Y.....Y.....“ESTO ES LO QUE PODRÍA HABER”

(conjuncions copulatives que despleguen, horitzontalment, una línea de fuga infinita de punts suspensius)

Després de que les meves primeres reflexions, “ESTO ES LO QUE HAY”,  sobre l’associació d’arquitectes AxA, es pengessin, a petició de la revista Diagonal, a la seva web, transcendint, així, el  marc del meu blog “Arquitectura dispersa”, he mantingut molts intercanvis d’opinió amb diversos arquitectes i, entre ells també, amb algun membre de AxA. Sigui per aquest fet, sigui per que sempre m’havia semblat que seria bo de continuar les reflexions inicials de cara a poder esbossar algunes alternatives aportant, alhora, indicis positius sobre el que es podria fer, penso que val la pena de continuar i intentar-ho.
Com sempre passa, els processos vitals estan governats per una inexorable llei que els retroalimenta i els modifica permanentment. Res ja no és, exactament, com fa quinze dies, encara que algunes coses, pel que jo sé, continuen igual: no sembla que els pressupostos conceptuals de AxA hagin canviat ni hagin aparegut més i millors raons per acabar de situar, conceptualment, la seva aparició. Continuem, doncs, amb quinze pàgines d’estatuts reglamentats i dues de presentació conceptual. Però, tampoc, això és tan important ja que d’altres, en canvi, presenten un aspecte molt més saludable, doncs sembla que AxA s’inscriurà com una associació dins del COAC i no es desenvoluparà totalment al marge del col·lectiu d’arquitectes. Segons m’ha dit un dels seus promotors, sempre s’ha volgut estar dins el Col·legi, però semblava que raons estatutàries no ho permetien. Celebro aquesta intenció i celebro que aquest fet s’hagi reconduït cap a posicions més positives.
No obstant i això, el punt fundacional més preocupant de la organització de AxA és el que gira al voltant de la restricció i del filtre d’accés pels nous membres. Filtre que, suposo, és el que realment li dona especificitat ja que pressuposa que només els bons arquitectes son els que s’hi adhereixen i, amb aquest fet, es duplica l’efecte de valor: defensa exclusiva de la qualitat feta pels que tenen una qualitat, aparentment, exclusiva i que ve reconeguda per un segell de qualitat propi, restrictiu i distintiu  en el mercat. Però, no veig clar que, aquesta, sigui la millor  defensa pel nostre ofici i és, a partir d’aquest fet, quan voldria començar a formular el  que podria ser  tot aquest procés associatiu endegat per aconseguir una major  qualitat i  dignitat per la nostra activitat professional.
Les formulacions actuals de AxA, tal com ara estan genèricament i sense la clàusula selectiva d’accés, es podrien avenir, perfectament,  amb els d’una associació oberta a tos aquells que, d’aquesta manera genèrica, estiguessin disposats a col·laborar i a exercir un cert compromís actiu de millora de la professió, més enllà de pertànyer a un col·legi professional. Com una comissió de qualitat més. Sense refusar a ningú, i a partir d’objectius genèrics i amples que, poc a poc, es podrien anar  concretant en una pràctica més exigent i orientada. Sense generar segregacions apriorístiques ni fomentar recels inútils. Sobretot, en un moment, on les noves tecnologies de la informació, més enllà de no permetre posar portes al camp, donen la possibilitat de generar processos oberts d’intercanvi i de defensa, absolutament contemporanis i basats en unes pràctiques ben diferenciades de les del segle passat. Avui, això, queda ben palès no tan sols en els  recents esdeveniments polítics, sinó en moltes de les pràctiques artístiques contemporànies preocupades per la dimensió participativa de l’activitat estètica i de l’espai públic de la ciutat. Artistes compromesos en l’articulació d’un nou espai públic a través de les xarxes i, no solament sense cap tipus de restricció, sinó potenciant la transversalitat de participació. Accions de defensa d’un espai públic amenaçat, mutant i en transformació com tota la societat.
No és, precisament, l’espai públic, un dels nostres grans temes, tan a la docència com a l’activitat professional i a les nostres converses? I no parlem,  sempre, molt favorablement de les hibridacions i de les mixtures? Per què, doncs, alhora d’articular un nou espai participatiu i reivindicatiu, a partir d’una xarxa professional, en fem un de restringit i selectiu emparant-nos en fórmules organitzatives antigues, molt més pròpies d’un club privat que de cap formulació radical avantguardista i molt allunyades de la concepció   d’un espai públic  obert a tots aquells que hi estiguin interessats i s’hi vulguin comprometre? No estarem perdent una ocasió formidable d’articular un moviment i un territori compartit de discussió i defensa obert, generador i seductor, i per què no, tranversal, políticament i cultural? Les formes i els sistemes organitzatius no son innocents ja que d’ells en deriven moltes conseqüències. Aquest és un punt d’una enorme transcendència que no s’hauria de deixar de fer purament per qüestions de dificultats organitzatives. M’atreveixo a suggerir que: GENERAR I DONAR VIDA A UN ESPAI PÚBLIC PROFESSIONAL I TRANSVERSAL, VIRTUAL I PRESENCIAL I QUE, COM A TAL, POTENCIÏ CONVERSES I ACCIONS, PER AFINITATS I COMPROMISOS ELECTIUS, A PARTIR DEL DESIG I DE LA GENEROSITAT VOLUNTÀRIA DE TOTS ELS IMPLICATS, SENSE CONDICIONS PREESTABLERTES  DE MANERA APRIORÍSTICA és, per a mi, la clau: aquest, és el nou espai públic professional que hauríem de saber estructurar dibuixant, alhora, un  horitzó engrescador i sense cap altre limitació que la pròpia generositat.
No voldria acabar aquí, sense fer referència a unes reflexions de Humberto Maturana, el biòleg teoritzador de l’autopoiètica com a signe distintiu dels processos de la vida. Sobretot, per matisar, la qüestió de la clausura i entendre, alhora, la necessitat d’un cert tancament limitador en tots els processos organitzatius.
“Las culturas son redes cerradas de conversaciones. En consecuencia, una cultura, como un linaje, está definida y constituïda por una red cerrada particular de conversaciones que se conserva en la vida de los seres humanos que la realizan” (1)
Però, “cerradura no deberá entenderse aquí como lo opuesto a apertura, sino como la condición de su posibilidad(2), per acabar dient que, “no hay discontinuidad entre lo social, lo humano y sus raíces biológicas” ya que “la aceptación del otro junto a uno en la convivencia, es el fundamento biológico del fenómeno social; sin amor, sin aceptación del otro junto a uno no hay socialización y sin socialización no hay humanidad. Cualquier cosa que destruya o limite la aceptación del otro junto a uno, desde la competencia hasta la posesión de la verdad, pasando por la certidumbre ideológica, destruye o limita el que se dé el fenómeno social y por tanto lo humano, porque destruye el proceso biológico que lo genera” (3) (les negretes son meves)
Sembla, doncs, que el problema d’una certa i específica clausura ha d’anar lligat a trobar les condicions de la seva possibilitat real. A tall d’exemple, em permeto d’apuntar-ne algunes: la primera és, sens dubte, el reconeixement del domini professional arquitectònic, malgrat que es podria arribar a estendre transversalment cap a altres dominis professionals, culturals i polítics propers; la segona, podria ser la inevitable voluntarietat i una formulació expressa d’adhesió; la tercera, l’acceptació d’algunes condicions de funcionament (quota) i de participació activa (comissions); la quarta, la clau d’accés per intervenir en un campus virtual de discussió; etc.....
A fi de comptes, em pregunto: què perdria AxA sense el filtre de selectivitat exercit pels socis promotors?
Seria magnífic que AxA evolucionés cap a posicions més properes a aquests plantejaments. Tots en sortiríem molt beneficiats i l’onada es podria anar estenent.
Seria magnífic que, entre tots, comencéssim a donar vida a un debat públic sobre totes aquestes qüestions. De fet, aquesta és la única motivació que em mou a exposar, i mai tan ben dit, els meus punts de vista.
Sinó fos així, seria magnífic que uns quants arquitectes, guardonats amb l’empenta de la joventut, es posessin a treballar en aquesta direcció. Amb mi,  hi podeu comptar, així com, n’estic ben segur, amb tots aquells amb qui, com els propis col·legues de AxA, ens agermana la generositat d’esforços per causes improductives, però socialment necessàries. És, precisament, per aquests acords de fons, que confio que, més enllà de les, encara, diferències palpables, acabarem trobant un marc comú més operatiu per exercir-los.

(1,2,3) Humberto Maturana R. La realidad:¿objetiva o construïda? 1. Fundamentos biológicos de la realidad. Pags. 52; XIV; XII. Ed. Nueva Ciencia.

Pere Riera
RGA Arquitectes
Barcelona, a 1 de Juny del 2011







miércoles, 4 de mayo de 2011

“ESTO ES LO QUE HAY”

“ESTO ES LO QUE HAY”
Reflexions al voltant de la creació de l’associació d’arquitectes “A x A”.


El proppassat dia 7 d’Abril vaig ser convidat a formar part de l’associació d’arquitectes “A x A” per un dels seus promotors que, mentre em lliurava un full amb una declaració d’intencions i els estatuts, insistia en que “A x A” era una associació restringida en la que tots els seus membres havien d’haver demostrat una solvència contrastada en la seva producció professional, així com un compromís actiu en defensa de la qualitat i de la dimensió cultural de l’arquitectura. També em va dir, que la seva creació era necessària en un moment, com ara, quan els col·legis professionals feien fallida i l’arquitectura estava seriosament amenaçada. Que tot va començar amb un petit nucli inicial que, progressivament, s’haurà d’anar ampliant fins a vuitanta o cent arquitectes de reconeguda trajectòria, moment en el que es preveu la celebració d’un acte de presentació pública de l’associació, cap el més de juny proper, al Pavelló Mies.

Tot un seguit de neguits em van anar passant pel cap de manera confusa al llarg de la conversa i no vaig poder evitar de manifestar-li el meu desconcert, així com la meva inicial reticència a entrar a l’associació, si bé varem quedar de tornar-nos a veure ben aviat. Aquella conversa, però, no em va deixar indiferent i vaig acabar comprenent que tots els esforços esmerçats en la creació de l’associació, així com l’entorn de discussió generat s’havien d’aprofitar i reconèixer. És, així, que per correspondre, adequadament, a l’amabilitat d’aquell suggerent requeriment i, alhora, per gaudir de l’aixopluc i el consol de la petita teoria, vaig decidir de posar en net i per escrit tot el garbuix de neguits que tenia. El que segueix, n’és el resultat.

El primer neguit de tots assenyala la necessitat d’eliminar qualsevol fàcil sospita de que les inicials “A x A”, en lloc de correspondre al nom d’ “Arquitectes per l’Arquitectura”, s’avinguin més amb el d’ “Arquitectura per alguns Arquitectes”.

Potser ara, menys que mai, cal sortir en defensa de l’arquitectura, doncs, la gran davallada en la quantitat i en el ritme de la construcció és, per ella mateixa, la millor defensa de la ciutat i del territori. Quan realment calia la seva defensa, ha estat en el període desbocat que acabem de passar, quan hem assistit, impassibles i potser molt ocupats, a una disbauxa constructiva i especulativa descomunal. Ara i a casa nostra, la ciutat i amb ella l’arquitectura, comencen a respirar millor i poden dedicar-se a reparar-se, a reciclar-se i a repensar-se, encarant l’elaboració de nous continguts programàtics, així com anant a la recerca de nous interlocutors per mirar d’establir noves aliances. És, en aquesta direcció, que l’hauríem de saber acompanyar.

El que, en canvi, està passant, i molt dolorosament pels professionals, és que han quasi desaparegut els nous encàrrecs i s’han deteriorat molt les condicions que envolten l’exercici de la nostra activitat. Com a conseqüència, hem d’encarar una greu precarietat laboral, hem de revisar la relació que hem mantingut amb els poders que encarreguen i hem de re-inventar la nostra pràctica professional. Són tots aquests greus canvis a pitjor els que mobilitzen la nostra atenció. Que no és poc, però no és ben bé el mateix. No és ara, que descobrim una realitat complexa i canviant, sinó que, ara, en patim unes dures conseqüències de llarga durada que anuncien un canvi de cicle, tal com ha passat i passarà a d’altres sectors socials en algun moment.
És en aquest sentit, quan la competència en el mercat del treball ha esdevingut una batalla cos a cos i obliga als exèrcits professionals a veritables maniobres posicionals, que a l’anàlisi inicial que fa “A x A” de la realitat, hi trobo molt a faltar la inclusió d’alguns comentaris referents a la situació anterior, tan del conjunt de la realitat com del nostre compromís professional i social, ja que l’explicació del present amb omissió del precedent no permet defensar ni esbrinar, amb credibilitat, les accions i les previsions futures. La societat i el col·lectiu professional tenen tot el dret a exigir-nos: “A x A” és un instrument privilegiat d’ocupació de quotes de mercat o és un instrument col·lectiu de defensa, replantejament i millora de l’Arquitectura i del seu exercici professional? O, ambdues coses alhora?.

El segon neguit es relaciona amb la repetida insistència genèrica sobre la importància de la dimensió cultural de l’arquitectura. És saludable emparar-se en el record de les sàvies paraules de De la Sota: “la Arquitectura o es popular o es culta. El resto es sólo negocio”, però, no ho és, no voler veure que la compressió temporal i els canvis accelerats de tot tipus que l’acompanyen han donat pas a una situació on la cultura i el mercat s’estan devorant mútuament i acaben per esborrar els seus límits. Uns límits, que cinquanta o cent anys enrere encara eren perceptibles i permetien la formulació operativa d’algunes realitats associatives avantguardistes i sectorials, però que ara, davant la dificultat del seu destriament, fan inservibles les formulacions abstractes i genèriques per generar els vincles i els instruments sòlids necessaris per una efectiva acció col·lectiva.

Quan l’exercici permanent d’una incultura generalitzada és una pràctica de negoci reconeguda com una de les més Belles Arts, el significat de la paraula cultura ni és obvi ni és immediat. Quan assistim, amb recança i dolor, a la pèrdua progressiva del paper sintetitzador del nostre ofici en mans de nous coneixements intermediaris que, per valuosos i necessaris que siguin, són utilitzats per molts dels seus representants, sovint col·laboradors nostres, des de la incultura de prendre la part pel tot del discurs arquitectònic, el compromís amb la cultura no s’ha de donar mai per entès ni per compartit. Quan sota el terror normatiu que ens aclapara hem de donar compliment a les contínues irracionalitats d’una dictadura tecnològica impenitent i comprovem consternats que obrir a mà una finestra per ventilar és vista com una ofensa a la salut del planeta, hem de concloure que el més obvi, s’ha complicat innecessàriament, així com també, la paraula cultura i l’abast del seu significat. Quan l’arquitectura, tan a la pràctica professional com en els concursos, esta perdent la possibilitat de fer projectes amb veritables arguments de resistència i alternativa a la realitat, per acabar dissolent-se en la mera solució professionalista requerida pels propis poders institucionals i els seus intermediaris, salta a la vista, que la recuperació del sentit més institucional i més cívic de la nostra activitat se’n està anant pel desguàs de la història. Potser, també, la cultura?.

No cal anar gaire més enllà per comprovar que la nostra activitat no només s’exerceix en la difosa i complexa frontera que separa i enllaça, alhora, l’art i la ciència, sinó que també ho fa en una altra frontera, difosa i complexa, que separa i enllaça, alhora, la cultura i la política a través de la societat, perquè, efectivament, no hi ha, pròpiament, problemes professionals, sinó aspectes professionals de problemes existencials i polítics més generals.
La qüestió cultural més decisiva, doncs, és sòciopolítica i gira a l’entorn de considerar cóm es reconeixen i s’articulen l’autonomia i el sentit cultural de progrés de la nostra producció amb les degudes exigències i dependències que deriven tan dels diversos agents, propis i aliens, que intervenen en el procés productiu, com dels diferents poders institucionals, públics i privats, que fan els encàrrecs. Quasi res!. Però, si fos possible, amb quina força?

Aquí, entra en joc el tercer neguit: el que afecta a la capacitat de destriar i de decidir el dins i el fora de l’associació. Qui pot i qui no, ésser-hi. Qui té els mèrits requerits (!) i qui no. Una capacitat de decidir que és la conseqüència d’una decisió prèvia sobre el caràcter restrictiu i selectiu de la associació, així com sobre la seva grandària desitjable. Potser un màxim de 400 sobre els 10.000 col·legiats?

Una decisió apriorística presa, precisament ara, quan tot apunta a que ens haurem d’encaminar cap una cultura post-elitista, on els tradicionals sabers i les actituds dels marginats del progrés, és a dir, de la majoria de la població, s’hauran de tenir molt en compte per tornar a valorar la cultura del treball per sobre de l’especulativa; per aprendre a viure acceptant, creativament i solidària, tot tipus de limitacions degudes a la finitud planetària; i per saber exercir professionalment sota el canvi de paradigma que implica la revisió a la baixa dels estàndards de confort i de la ideologia del creixement il·limitat inevitable.

Confesso, que quan sento a algun membre de l’associació dir que tal o qual arquitecte no pot ser membres d’”A x A”, no puc deixar de sentir-me incòmode i de creure que en aquest judici s’hi amaga una pèrdua de força i de raó.

De raó, perquè la formulació feta dels objectius explicitats en la declaració d’intencions de A+A no serveix gaire per marcar una línia divisòria precisa, confortable i operativa entre els que poden estar a dins i els de fora. Són massa genèrics i, de vegades, contradictoris. Podeu estar segurs que no hi haurà ningú a l’associació que en faci dels excessos formals (!) un exercici arquitectònic intel·ligent, així com estar segurs de que tots els membres exerciran amb l’austeritat i el rigor (!) deguts? És necessari caure en aquests paranys de judici on s’entortolliguen amb gran complexitat l’ètica i l’estètica, la ciència i les ciències socials, la pròpia existència i moltes més? No ha de resultar més profitós fer aquest debat sense haver de marcar una línia borrosa de separació exclusiva entre nosaltres?.

Permeteu-me que us posi un exemple, molt proper i que conec bé, per il·lustrar millor el que vull dir: un dels actuals associats és un arquitecte ex-associat de RGA Arquitectes, que exerceix a “A x A” de tresorer i de secretari. Un fet, sense cap mena de importància en condicions normals, però que en el marc de l’associació i a la vista dels seus objectius constituents, em mou a pensar que, si en front dels vicis privats d’atribucions personals equívoques la indiferència pot ser una bona consellera, quan aquestes es proclamen i es reconeixen com a virtuts públiques, algunes precisions haurien de ser inexcusables, per incòmodes que siguin, que ho són. Sobretot, quan el segell de qualitat que atorga l’associació a cada un dels seus membres, es vol que acabi prenent una significativa rellevància en un món on la creació d’opinió dóna exemple i és poder i, sobretot també, si es vol evitar, inequívocament, l’oportunisme i la confusió en l’aplicació dels criteris d’admissió.

Aquesta primera contradicció, així com l’ombra d’ambigüitat conceptual i funcional sobre l’objectiu més fonamental per la vida i la credibilitat de l’associació com és el de garantir (!) el compromís amb la qualitat dels seus membres, em reafirma en la meva intuïció primera sobre la gran conflictivitat associada que ha de comportar l’aplicació rigorosa (!) dels criteris d’admissió, així com la inconveniència i la dificultat de voler fer una associació professional restringida segons uns criteris de qualitat que tenen com a única referència una declaració d’intencions tan ampla, genèrica i opinable que, de fet, podrien acollir a la gran majoria d’arquitectes i, en conseqüència, desmereixen el pretès rigor en l’aplicació dels criteris de selecció que acaben reduint-se a merèixer l’aprovació (!) per part dels arquitectes promotors.

Per aquest camí, és quan arribem a la pèrdua de força, per què acabarem perdent massa crítica i generant divisió, per incapacitat d’exercir la nostra capacitat de seducció i de lideratge professional comprometent, cap els mateixos objectius, a la gran majoria dels arquitectes, i si m’apureu, buscant complicitats en altres col·lectius professionals propers a la nostra activitat. Un col·lectiu d’arquitectes, on som molts els que intentem de fer-ho el millor possible i on, conscients de les nostres limitacions, busquem i necessitem exemples i testimonis per aprendre i millorar. Un col·lectiu que, més enllà d’algunes posicions minoritàries, clarament cíniques i purament especulatives i amb la millor dignitat i voluntat possibles, juga des de diferents divisions la lliga del reconeixement i del prestigi amb la despreocupació o amb el convenciment de que els tombs de la història, amb la seva frivolitat característica, en trastoca, sovint, la classificació, deixant veure la fragilitat i la contingència dels judicis compromesos amb la més rabiosa actualitat.

Mai he estat gaire entusiasta de les polítiques sectorials professionalistes i conec, prou bé, la nostra vella incapacitat per l’activitat col·lectiva i associativa, més enllà de la generositat en la docència i en la dedicació personal a l’obra ben feta. També conec la dificultat de cavalcar junts sobre opcions polítiques i objectius sòcioculturals més precisos, però crec que no ens afavorirà, ni a nosaltres ni a la millora de la professió, el fet de deslligar-nos, en un mon exclusiu i a part, del col·lectiu d’arquitectes. Precisament ara, quan sembla que molts interessos conflueixen en una volguda anihilació i degradació de tot el patrimoni institucional, pot esdevenir una greu irresponsabilitat cívica apuntar-se a la seva liquidació.

Ben al contrari, no és, ara, un dels millors moments per encarar una veritable i radical reforma del nostre col·legi professional.? Ara, quan la situació de precarietat deguda a la crisi obliga a prescindir de moltes estructures sobreres i burocratitzades i quan es disposa dels millors interlocutors possibles, gràcies a la recent majoria obtinguda en les eleccions pels òrgans de direcció del Col·legi per una de les candidatures més properes, per noms i plantejaments, a la declaració d’intencions d’”A x A”. No hi ha arquitectes a l’associació que han treballat i treballen encara amb la nova junta del Col·legi i que podrien ajudar a fer el pont entre tots plegats i estructurar un territori comú de col·laboració, fort i solvent, en lloc de provocar l’enfrontament o l’abandonament? Tan lluny estem? Tants interessos específics tenim que els hem de gestionar de manera restringida i sectorial? No estarem creant un col·legi més rudimentari, petitet i sectari?

Definitivament, em pregunto i us pregunto si no podria ser el millor objectiu d’aquesta associació el d’acabar impulsant i dirigint, amb o des del col·legi professional i amb el recolzament d’una ampla majoria voluntària i oberta de professionals sense fronteres, la profunda i urgent reforma de la professió que tots, d’una manera o altra, sentim, patim i volem?. No és aquest camí, el de molts i per a tots, així com el del nostre context institucional, el camí més engrescador i fecund?

Finalment, deixeu-me explicitar el quart neguit, el que més em preocupa i el que més em dol: què passa amb els joves?. La majoria de nosaltres, que hem viscut en una època embogida de malbaratament de recursos impulsada per una cultura de nouriquisme impenitent, hem pogut fer i capitalitzar una obra més o menys sòlida i a una escala prou remarcable. Però, què els espera als més joves? Com podran demostrar que podran entrar a l’associació amb una obra apreciable? No són els joves l’únic futur real per l’arquitectura? No són ells els que millor saben quina és l’arquitectura que cal i caldrà fer? No creieu que els hauríem de tenir a tots ben a prop, sense distincions massa apriorístiques i precipitades que els arriben en un moment de la vida professional que els pot provocar molta desorientació? No hauríem d’ajudar-los, amb estratègica generositat, a que els seus desitjos i les seves formulacions prenguin un paper rellevant i ens serveixin a tots plegats per veure-hi més clar?

Abans d’acabar, deixeu-me parlar d’un darrer neguit que és una qüestió metodològica: si cal crear un organisme viu que ha de créixer i evolucionar, no seria millor plantejar una mena de work-in-progress institucional on, a mesura que els nous associats s’incorporin, es revisi, alhora, el contingut estatutari i la definició d’objectius? No seria bo de fer un esforç de mapificar, institucionalment, el canvi i la diversitat?

No vull estendrem més del compte. Aquestes petites reflexions resumeixen prou bé les coses que em passen pel cap. Un cop acabades, tinc algunes certeses: la primera i més important, és que m’agradaria que us fossin útils, ja que estan fetes des de l’afecte i com un gest d’agraïment al vostre requeriment d’entrar a formar part d’”A x A”, doncs de fet, us sento molt a prop i ni m’agrada ni és bo estar massa sol. Haig de reconèixer, però, que la meva informació sobre la complexitat dels afers professionals és molt limitada i, això, em pot induir a error en moltes apreciacions. Us demano excuses, si és així i us manifesto la meva total disposició a rectificar, si cal.
La segona, com podeu entendre per tot el que he dit, és que haig de continuar fent-vos costat, però al marge, ja que hi ha prou raons sensibles i sentiments raonables que em diuen que haig de continuar tal com estic.
Al 1819 Goya pintava a les parets de la seva casa de camp: ESTO ES LO QUE HAY.
Ara, jo dic el mateix.

Pere Riera
RGA Arquitectes. (B.Busom; M. Batlle; J.Sotorres; P.Riera)


Barcelona, abril 2011